¿Seguro que pueden?*

cupula podemos

He defendido en este bloc el fenómeno Podemos. Me parecía una alternativa necesaria para sacudir el sistema y una alerta ante la decrepitud de alguno de los mecanismos de funcionamiento de los partidos tradicionales, encerrados en su burbuja y alejados de la realidad. Podemos nace del descontento, de la irritación social, de la rebelión ante las injusticias y la corrupción. Nace como un movimiento transversal, no tanto ideológico como hipercrítico con el “establishment”, el de derechas o el de izquierdas. A muchos nos cogió con el pie cambiado el éxito electoral en las elecciones al Parlamento Europeo. Yo no conocía a Pablo Iglesias, no era seguidor de las tertulias de la Sexta y el día de los comicios europeos me sorprendió ver unas papeletas con el logo de un nuevo partido consistente en la foto de un tipo con barbita y coleta. Como estrategia de márqueting me pareció sorprendente y un tanto ególatra, la verdad sea dicha, pero luego he estudiado el personaje y el movimiento y me pareció novedoso e interesante. Claro que el tránsito de movimiento a partido nunca es fácil, hay que construir una estructura democrática, territorializada (apenas tenían implantación más allá de Madrid y otras grandes ciudades), escoger las personas adecuadas en cada lugar sin perder el control del perfil inicial marcado por sus fundadores… Pero Iglesias, Errejón, Monedero y la cúpula de Podemos es gente que proviene en su mayoría del mundo universitario, politólogos formados en el estudio de la ciencia política desde su vertiente teórica. Profesores con capacidad de comunicación, que supieron detectar un cambio profundo provocado por la crisis económica que demanda nuevas estrategias y una oferta política diferente. Está claro que las virtudes de Podemos nacen de los defectos de los partidos tradicionales, de lo que ellos denominan la “casta”. Y uno de esos defectos es que los partidos no cambiarán desde dentro porque sus responsables son los primeros interesados en mantener el “statu quo”. Lo contrario sería reconocer sus errores y eso implicaría la necesidad de asumir su responsabilidad y dejar paso a nuevos dirigentes. Así que parecía evidente que Iglesias y compañía eran perfectamente capaces de asumir el reto de convertir un movimiento social basado en la labia y la popularidad televisiva de uno de sus fundadores en un partido con aspiraciones a gobernar España.

Ahora bien, observo en los últimos días algunos errores de bulto en la estrategia de Podemos que le pueden perjudicar notablemente en las próximas convocatorias electorales, y que acaso acabarán beneficiando al PP (visto que por el ala derecha no hay apenas alternativa seria al partido que gobierna España actualmente), lo cual supongo que está muy alejado de las intenciones de los ” ingenieros” de la formación.  Iglesias debería repasar los escritos de Jacques Benigne Bossuet, clérigo francés y escritor de finales del siglo XVII, que dijo entre otras cosas: “la política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir”.

En primer lugar, ¿ninguno de sus dirigentes calculó que recibirían todo tipo de ataques, que su vida privada y pública sería revisada de pies a cabeza, que no les perdonarían ni una sola irregularidad, puesto que una de las razones de su éxito era la denuncia de corrupción generalizada que afecta a todos los partidos de la “casta”? ¿Es que no se explicaban entre ellos que uno cobraba una ayuda a la investigación (otorgada por alguien que también formaba parte de la cúpula) que le obligaba a residir en un lugar distinto de donde estaba residiendo? ¿O que otra de sus primeras figuras tenía grandes cantidades de dinero pendientes de regularizar ante la Hacienda Pública que además provocan sospechas fundamentadas sobre el origen de la financiación del movimiento? Pero sobre todo, ¿nadie se da cuenta de que están reaccionando exactamente de la misma manera que todos los acusados de corrupción, es decir defenderse atacando a los demás, como si fuera una conspiración general contra ellos? ¿Qué pensaban qué iba a pasar cuando desde el poder establecido vieran su crecimiento exponencial en las encuestas? ¿Es ingenuidad, falta de previsión o es que realmente ellos también son “casta”, como todos los demás?

Porque el segundo de los errores de Podemos es que ha dejado de ser transversal para convertirse en un partido nuevo de izquierda radical que amenaza con pulverizar a Izquierda Unida (la historia de los partidos postcomunistas en España está repleta de escisiones, peleas, refundaciones y un declive progresivo que les puede conducir hacia la desaparición absoluta) y abrir un boquete de grandes dimensiones en el PSOE. Pero cada día que pasa hay un exvotante descontento menos del PP que se plantee votar a Pablo Iglesias. Y es que Podemos provoca miedo entre la gente conservadora, entre los inversores, en el mundo de las empresas (también las pequeñas y medianas), entre las familias que llevan a sus hijos a la escuela concertada, en los pequeños ahorradores que han resistido la crisis, en lo que queda de la clase media, en la España profunda, agraria, rural, que no confía en recetas mágicas de salvación nacional… Y el miedo es una estrategia muy eficaz para el adversario en una campaña electoral, un caramelo difícil de rechazar…

Auguro un buen resultado para Podemos en las elecciones generales (no lo tengo tan claro en el resto de convocatorias que nos quedan por delante a lo largo de 2015), pero dudo mucho que sea suficiente como para provocar un cambio profundo, o al menos una reflexión en toda regla, por parte especialmente del PP, para reformar y mejorar el sistema y enmendar sus errores. Para limpiar el lodo de la corrupción, para devolver la confianza y la ilusión de los ciudadanos en sus representantes y sus instituciones democráticas. Para inyectar austeridad en la vida pública sin que eso suponga castigar a los más necesitados, sino eliminar gastos suntuarios y privilegios impropios de esta época. No más tarjetas “black” en los bancos que han recibido generosas ayudas públicas, no más sobres con dinero turbio, no más imputados o procesados ocupando cargos políticos… Y tantas otras cosas más que corregir en nuestra polvorienta democracia.

La pregunta que deberían hacerse ahora los cerebros de Podemos es si no habrán malgastado una gran oportunidad con su falta de previsión y su reacción equivocada ante los escándalos (aunque sean de dimensión reducida) que se han dado a conocer. En definitiva, que se pregunten si ellos realmente “podrán” cambiar el sistema. Yo empiezo a dudarlo. Que no les pase, como diría Benedetti, que  “cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas”.

*Para variar, este post está escrito originalmente en castellano. Por ninguna razón especial, simplemente porque me apetecía…

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